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Todos utilizamos protector solar para proteger a nuestra piel del daño del sol, pero, ¿qué pasa con nuestros ojos? Según advierte la Academia Americana de Oftalmología (AAO, por sus siglas en inglés), la exposición a la luz solar brillante puede incrementar el riesgo de desarrollar cataratas, tumores en el ojo, incluyendo el cáncer, o incluso degeneración macular relacionada con la edad.

Si tomamos el sol sin protección, se pueden producir daños fundamentalmente en la córnea, en el cristalino, y en la retina:

*En la córnea se pueden producir queratitis, cuyos síntomas son sensación de arenilla, escozor, fotofobia, dolor, y hasta pérdida de visión.

* En el cristalino, y especialmente en ojos con cataratas, se puede producir un gran aumento de la fotofobia, que incapacita para estar en zonas con mucha luz. De hecho, hay un tipo determinado de cataratas relacionado con la prolongada exposición a la luz solar.

* En la retina, y en casos severos, pueden producirse lesiones, sobre todo maculares, provocando mayor pérdida visual.

* Del mismo modo, pueden producirse algunas lesiones corneo-conjuntivales, como el ‘pterigium’, que aumentan con la exposición a la luz ultravioleta del sol.

Este tipo de patologías son más frecuentes en adultos que en niños, ya que en su mayoría son patologías degenerativas a causa de la edad. Afectan más a los ojos claros, ya que el color del iris lo da la cantidad de pigmento que tiene, de forma que cuanto menos pigmento, más claros los ojos, y habrá por tanto un menor efecto de protección contra la luz solar. En este contexto, y ante cualquier síntoma por daño solar, recomendamos pedir turno con el oftalmólogo y sin temor al contagio en esta pandemia, puesto que hoy en día nuestro centro cumple con el Protocolo de atención de pacientes ambulatorios que aconseja el Consejo Argentino de Oftalmología para la prevención del Covid-19.

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