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Las revisiones, los tratamientos y las cirugías no deben retrasarse debido al Covid-19 porque, de ser así, podría agravarse las dolencias sufridas. Esta es una de las advertencias que los médicos han comunicado durante toda la pandemia para que los pacientes no retrasaran o anularan sus cirugías para tratar, por ejemplo, el glaucoma. Una enfermedad que afecta, sobre todo, a personas de alrededor de 60 años en adelante, y que se caracteriza por la pérdida de visión a consecuencia de un daño en el nervio óptico secundario y está provocada, por lo general, por un aumento de la presión intraocular (PIO).

El glaucoma es la segunda causa de ceguera en el mundo y se estima, además, que la incidencia en la población general es de un 2%, una cifra que aumenta con la edad. La cirugía de glaucoma clásica –trabeculectomía– reducía la presión intraocular mediante comunicación desde el interior del ojo hacia el espacio subconjuntival, requería anestesia inyectada en la órbita y sutura con puntos. Actualmente, pueden realizarse diversas técnicas en función de las características del paciente, de la presión intraocular y del daño en el campo visual. Estos nuevos procedimientos con cirugía mínimamente invasiva tienen en común la posibilidad de anestesia local tópica, son métodos menos agresivos que la cirugía clásica y pueden combinarse con cirugía de catarata.

De este modo, se trata de técnicas rápidas en las que se utilizan implantes microscópicos de diversos tipos para comunicar el interior del ojo y el espacio subconjuntival. La recuperación del paciente es muy rápida, así como su vuelta a su vida habitual.

La presión ocular elevada y los antecedentes familiares de glaucoma son los principales factores de riesgo de esta enfermedad, teniendo en cuenta que es asintomática se recomiendan revisiones con toma de presión intraocular a partir de los 40 años, revisiones para las que se utilizan pruebas de diagnóstico y medición de la progresión rápidas y seguras.

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